De cualquier forma llegará la primavera, aunque este pertinaz invierno parezca no querer abandonarnos. No sé si será este el motivo por el cual no acabo de resurgir. Como no quiero aburriros con mis lamentos, de nuevo me agarro a Tagore para seguir comunicándome con vosotr@s.
A la flor era semejante mi vida, en su aurora: a la flor que, abierta cuando la brisa de la primavera viene a golpear en su puerta, deja caer uno, o dos pétalos, e ignorante de su tesoro, no siente su pérdida.

Ahora cuando pasó la juventud, mi vida se parece al fruto que ya nada tiene que perder: y espera, espera a alguien, para darse toda entera, con toda su pesadumbre de dulzura.
Rabindranath Tagore


