No sé si huyo o voy en busca de algo, el caso es que este año no he parado de moverme, llegué de Lanzarote a Madrid y ahora estoy en Jerez.
La isla es de una belleza impresionante, sus playas, sus volcanes y la aridez de sus paisajes es única. Y qué decir de su clima, es una eterna primavera, casi ya en diciembre estuvimos bañándonos en sus playas.


Pueblo marinero en costa Teguise

El Golfo, cráter a nivel del mar, con la Laguna Verde

El Puente del Diablo

El calor que desprende la tierra hace arder la yesca

Por el Parque Nacional de Timanfaya no se puede caminar, el recorrido se hace en guagua, su paisaje lunar es de una belleza inquietante, un mar de lava y cenizas.

Para gritar ¡Socorro! si te quedas atrapado en él. No hice la foto con intención, pero como tuve que hacerla desde el interior de la guagua, se reflejaba esa palabra en el cristal.

Isla La Graciosa, la única habitada del Archipiélago Chinijo, con poco más de 600 habitantes.

En el pueblo de Teguise hay un mercadillo todos los domingos, la mayoría de los puestos son de artesanía, es muy grande, alegre y colorido, con actuaciones musicales en vivo, merece la pena visitarlo. Se puede ver un poco a través de esa ventana de un café muy agradable en el que nos tomamos un capuchino.
El día 1 de diciembre finalizó nuestro viaje, al llegar al aeropuerto fuimos testigos de la visita de Saramago a Aminatu Haider, la activista saharaui que lleva unas semanas en huelga de hambre en ese aeropuerto. No fue fácil hacer las fotos, estaban rodeados de periodistas y fotógrafos con unas enormes cámaras.

Saramago con Aminatu Haider

Saramago y ¿su mujer?, no soy yo, ya me gustaría
Fue un enorme placer conocer a Saramago en persona, me inspiró mucha ternura, tal vez porque me recordó a mi padre y porque me pareció un hombre bueno.