Llevo muchos días sin entrar en el blog, ni siquiera para ver los comentarios de mi anterior entrada, por una parte quería hacerlo, lo deseaba, pero la falta de ánimo me lo impedía.
Igual me pasaba con las visitas, quería y no era capaz.
Hablando últimamente con una amiga, que estaba también de bajón, le comentaba que no teníamos motivos para estar así, le decía, tenemos salud, libertad, podemos hacer casi todo lo que queremos, tal vez algún día echemos de menos estos momentos.
Pues eso me ha sucedido a mí.
El fin de semana pasado fui con unos amigos a un precioso pueblo de la sierra de Madrid, decidimos ir al río.

La zona más llana -al fondo de la primera foto- estaba llena de gente y optamos por ir a otra más tranquila pero más agreste, con árboles, hierba, arbustos y piedras, muchas piedras, tenía su encanto. Caminando de una piedra a otra, ¡zas!, caí al suelo, mejor dicho, al agua, apoyé la mano en una de las piedras y me rompí la muñeca.
Resultado, escayola para un montón de días.
La vaquita del puente nos seguía hacia la zona más tranquila, pero ella no fue la culpable.
Ahora pienso lo bien que estaba pudiéndome valer de las dos manos, y me doy cuenta de lo poco que

apreciamos las cosas cuando las tenemos. Aunque voy a esforzarme en ver el lado positivo, que casi siempre lo hay, por suerte ha sido la mano izquierda, y yo soy diestra, podía haber sido peor.
Os doy un millón de gracias por vuestros ánimos y consejos en los comentarios de mi anterior entrada.
Amenazo con visitaros a todos, poco a poco, y no por obligación, ni por devolver la visita, realmente quiero y me apetece.
La idea de abandonar el blog para siempre no me gusta. Es como esos amores que, ni contigo ni sin ti.

Algunos de mis amigos tienen mucho sentido del humor, hoy llevaba yo un pañuelo azul turquesa haciendo de cabestrillo para sujetar el brazo y uno de ellos me ha cantado: "tengo una muñeca vestida de azul..."