Otoño

Otoño
El Retiro (Madrid)

jueves, 28 de febrero de 2008

PRAGA

Viaje ¿organizado?. Llegamos a Praga a las 11 de la noche, directamente al hotel, a la mañana siguiente salimos a Budapest, más de 500 kms. en autocar, pasando por tres fronteras: la Checa, la Eslovaca y la Húngara, tres días aquí, y vuelta a Praga en un avión de hélices (toda una experiencia y muchísimo miedo). Pienso yo, ¿no hubiera sido mejor ir directamente a un sitio y después al otro?.
Budapest me pareció precioso. Cuando íbamos llegando a Praga, pensaba que no era posible que me gustase más que la capital húngara.
Como vidente no tengo "futuro".
Praga, me hechizó.
La primera foto es del Puente de Carlos, sobre el río Moldava, es una maravilla pasear por él a cualquier hora del día, por la mañana, por la tarde y sobre todo, por la noche, tiene un ambiente bohemio, con puestos de artesanos, vendiendo sus obras, músicos amenizando el paseo y una luz tenue que te traslada a siglos pasados.

En Praga se ilumina suavemente el barroco
torturado, lejano,
en sus dorados tiembla una tristeza ennegrecida.
Y sobre el Puente Carlos, las estatuas
son pájaros llegados de algún planeta lejano.

"El Alba" (Nazim Hikmet)

El Callejón del Oro
Es un precioso callejón, situado en la parte norte de las murallas del Castillo, tiene 16 pequeñas casas del siglo XVI, son de varios colores, en principio las habitaban los 24 fusileros del emperador Rodolfo II. En los extremos hay torres que fueron recintos carcelarios.
Después las habitaron artesanos y orfebres.

Para entrar en algunas casitas era necesario agacharse, os podéis hacer una idea de la altura de las puertas, y sólo mido 1,62.

La casa nº 22 fue ocupada por Kafka en 1916-1917, ahora es propiedad de la Sociedad Kafka. En la actualidad, la mayoría de las casas son tiendas de souvenirs.

El viejo Cementerio Judío
Tuve la suerte de encontrar la puerta abierta, no es fácil visitarlo.
Es impresionante y caótico. Hay unas 12.000 tumbas amontonadas, con 12 capas y unas 100.000 personas enterradas. La primera pertenece al poeta y rabino Avigdor Kara (1439) y la última a Moses Beck (1787). Las lápidas son obras de arte, llevan esculpidos símbolos de la profesión o nombres de los enterrados. Este amontonamiento era debido a la falta de espacio, ya que los cristianos no querían venderles más terreno a los judíos.
Sobre las lápidas hay papelitos sujetos con pequeñas piedras. Hay varias leyendas sobre esto, a nosotros nos dijeron que se podían pedir deseos, yo puse un papelito, pero como no me acuerdo de lo que pedí, no sé si se cumplió mi deseo. ¡Qué cabeza la mía!.

Hicimos un alto en el camino, nos fuimos a la cervecería U Flekú, nos sentamos en un jardín con mesas alargadas y automáticamente, no recuerdo haberla pedido, nos sirvieron una jarra de dulce cerveza negra, hecha desde 1843 según la receta bávara, sólo la tienen aquí, era muy suave y estaba buenísima.

En Praga la gente, en general, es muy educada y elegante.
En el metro, se abrieron las puertas del vagón, entrábamos y unos chicos intentaban salir, hubo un titubeo, mi amiga iba hacia la derecha, los chicos lo mismo, se separaba a la izquierda, ellos, con una sonrisa, iban hacia el mismo lado, décimas de segundos antes de cerrar las puertas, lo logramos, ellos salieron y nosotras entramos.
Cuando el tren empezó a andar, le dije a mi amiga: cierra la cremallera de la funda del vídeo, está abierta. Fue a cerrarla y exclamó ¡Oh!, no está, me han robado.
Los chicos, en el titubeo, abrieron la cremallera y se llevaron la cámara. Eso sí, lo hicieron con una elegancia, una educación... y por supuesto, habilidad y rapidez.

Esto sucedió el último día, en ese vídeo estaba todo el viaje, mi amiga nos dijo que no hiciésemos ninguna foto, que después nos daría una copia a cada una. No tengo ni un recuerdo gráfico de este viaje, pero tengo muchos y muy buenos en la mente. Estas fotos las he tomado "prestadas" de Internet.

Tiene mil cosas más por las que merece la pena que se la visite, el famoso reloj de la Plaza de la Ciudad Vieja, el castillo, iglesias y conventos para aburrir, (en el buen sentido), ya que son verdaderas obras de arte.

A mí me quedaron muchas cosas por ver y sobre todo por saborear, mi objetivo es volver y recrearme en todas sus maravillas. Siempre es bueno tener objetivos que cumplir.

jueves, 21 de febrero de 2008

EXCAVACIONES

Nunca terminé ninguna carrera, intenté hacer tres o cuatro, Psicología, Geografía, Filosofía, Sociología... pero se quedó en eso, un intento, mejor dicho, ni siquiera eso, sólo me matriculé.

Tenía una amiga que estaba en la Universidad, la llamaré María, al fin y al cabo, casi todas llevamos, al menos antes, un María en nuestro nombre, María del..., María de las...

Un verano me dijo mi amiga ¿quieres que nos vayamos a unas excavaciones a Teruel?, puede ser interesante y divertido.
A mí me pareció estupendo.
El único problema es que teníamos que estar estudiando Geología o Arqueología.
Yo le dije: María, ni siquiera estoy matriculada, ella me contestó,
no importa, intentaré arreglarlo. Así que rellenamos las solicitudes y esperamos.
A los pocos días fue María para ver la relación de admitidos.
Me dijo ¿sabes qué?, tu solicitud ha sido admitida, la mía no. Nos dio la risa. Lo único que se me ocurre pensar es que las tirasen al aire, y las que cayeran en la mesa eran admitidas y las del suelo denegadas, la de mi amiga debió caer al suelo. No sé cómo lo hizo, pero al final fuimos las dos.

Teruel existe, Teruel tiene sitios preciosos, Albarracín, Ojos Negros...
La foto de arriba es la calle del Chorro de Albarracín (Teruel)
La de abajo es una mina de hierro de Ojos Negros (Teruel)

Estábamos en una residencia de estudiantes. Teníamos que madrugar, nos despertaban con una música a través de unos altavoces que inundaban toda la residencia, una bonita canción (siempre la misma) que terminé odiando.

Desayunábamos y salíamos en coches hacia las excavaciones.
Teníamos que excavar con sumo cuidado para no destruir los posibles restos de cerámicas y metales que encontráramos, no eran muchos, pero si aparecía alguno, parecía como si hubiésemos hallado un gran tesoro.
A las 12 terminábamos la jornada, era verano y el calor apretaba.
Por la tarde, dedicábamos una o dos horas a limpiar y clasificar los restos encontrados.
Y después... tiempo libre. María y yo nos fuimos con un grupo de chicos y chicas y enseguida nos emparejamos. Lo pasábamos muy bien, íbamos en coche a tomar copas, a bailar, a pasear...
El recuerdo que tengo ahora más vivo, será porque me dio mucha penita, es que, al cerrar la puerta de un coche, sin querer, pillé un dedo a "mi chico". ¡Pobrecito!, se le puso la uña morada; no se quejó demasiado, seguro que pensaría que no era de hombres, estos chicos...
Eso sí, aprovechó la situación para reclamar mimos.
Las noches en la residencia era lo más divertido. Generalmente nos reuníamos diez o doce en una habitación a charlar, cantar... y nada más, no seáis malpensados. ¿O bien?
Cuando nos íbamos a dormir, podíamos esperarnos lo peor, la cama deshecha, llena de sal, de harina, hacían la petaca, manchaban las sábanas con pasta de dientes, o peor todavía, por arte de magia había desaparecido el colchón o cualquier otra cosa y teníamos que ir por toda la residencia en su busca.
Como en todos los sitios hay de todo, había chic@s muy formalit@s, cuando entrábamos a las dos o las tres de la madrugada a buscar nuestras cosas, se cogían unos mosqueos... ¡No lo entiendo!.

Lo pasamos muy bien, fue bonito mientras duró. Esto es lo que recuerdo.

jueves, 14 de febrero de 2008

CONCIERTO GRATIS


A mi hijo siempre le ha gustado la música, y le gusta.

Hace tiempo (años), había un concierto de música Celta en Santiago de Compostela y me dijo que le gustaría ir, era al aire libre y no costaba ni un duro.
¡Hombre! le dije, si es gratis, iremos.


Así que cogimos mi madre, mi hijo y yo y nos fuimos desde Madrid a Santiago 2 ó 3 días.
(Avión, hotel, comidas, etc., total, el concierto salió por un ojo de la cara.)

Siempre hay que leer la letra pequeña de cualquier contrato, acuerdo, pacto, etc.

El día que llegamos, por la tarde, nos dijo mi hijo: vosotras iros donde queráis, yo me voy por ahí a dar una vuelta, (siempre fue muy independiente).

Mi madre y yo nos fuimos a pasear por esas callejuelas llenas de encanto... y de tiendas.
Oíamos el sonido armonioso y potente de una gaita, normal por esas tierras.
Y al dar la vuelta a una esquina que desembocaba en una plazuela... ¡Oh, sorpresa!, el gaitero era mi hijo.
Estaba tocando apoyado en una pared, y en la funda de la gaita, a sus pies, le iban echando monedas. A mí me hizo mucha gracia, a mi madre no tanto. Pasamos delante de él, sonreí, le eché cien pesetas y seguí andando; él esbozó una media sonrisa, casi una mueca (es bastante serio) y siguió tocando.

Al día siguiente era el concierto. Amaneció, como amanecen muchos días en Galicia, nublado y amenazando lluvia. Por la tarde, dos horas antes del concierto, nos fuimos a la plazoleta donde iba a celebrarse. Era desolador, estaban montando el escenario, pero el tiempo hacía presagiar lo peor, llovía a cántaros y se hablaba de suspenderlo.
A mí me entró una desesperación... además de lo que me había costado el concierto "gratis", la desilusión de mi hijo.

Cuando faltaba media hora, escampó.
Aunque con un poco de fresquito y bastante humedad, al fin pudo celebrarse.
Fue doblemente precioso, se hizo de noche, el pavimento, de piedras, estaba mojado y las luces se reflejaban sobre ellas, la música, el ambiente... Fue mágico.


P.D. Mi hijo había aprendido por sí solo a tocar la gaita, lo debe llevar en la sangre. Además es "mu" listo, (pasión de madre).

jueves, 7 de febrero de 2008

AMIGOS


Todos tenemos un grupo de amigos más o menos amplio, más o menos variado. Aquí y ahora, me estoy refiriendo a los amigos habituales, con los que hablamos, tomamos cañas, bailamos y lo que haga falta. Aparte tengo mis amigos bloggeros, que yo así los considero, pese a quien pese.

Tenía un amigo, F., era un tío muy majo, simpático, ocurrente, y culto (aunque no estaba licenciado en nada, ni tenía ningún título). Era amigo de sus amigos, y si tenía que hacerles cualquier favor, no duda en hacerlo.

Un día, en una reunión de amigos y conocidos, se fueron presentando los unos a los otros.
Como en toda reunión que se precie, había de todo, majos, sencillos y algún que otro pedante y prepotente; una, de este último grupo, iba preguntando a todos los demás: y tú ¿qué eres?, uno contestaba: yo periodista, otro químico, otro arquitecto, en fin "un nivelazo".
Cuando llegó a F. le preguntó: y tú ¿qué eres?, y el contestó: yo, Sagitario.

Le gustaba mucho la cerveza, tenía una barriguita cervecera. Este post se lo dedico a él. Y por supuesto a todos vosotros.

He cumplido un reto: no hablar más, por ahora, de "Duelos y Quebrantos", (esto creo que es, además, el nombre de un dulce castellano).

viernes, 1 de febrero de 2008

EPÍLOGO

Hay que procurar no tener las cosas "aparcadas" demasiado tiempo.

Desde hace años, tenía en mente intentar recuperar la relación "amistosa" con el padre de mi hijo. Lo fui dejando, unas veces por indolencia, otras por falta de ánimo, otras no me parecía el momento.

Este verano, estando en la playa de La Victoria de Cádiz, me dio por pensar en mi pasado, en personas que había conocido y a las que hacía mucho no veía.
Decidí que al regresar a Madrid, intentaría localizar a las que habían sido más importantes en mi vida. Lógicamente el padre de mi hijo era la más importante.

Busqué por Internet (páginas amarillas), en la ciudad donde vivía cuando le conocí, encontré una persona con el mismo nombre y apellidos, pero resultó no ser él.
Era una ardua tarea, ya que tanto el nombre como los apellidos son muy corrientes.
Seguí llamando, al azar, pero no aparecía. Comprobé que la mayoría de la gente es muy amable y comunicativa.

Seguí buscando sin éxito.

Al final lo intenté en el pueblo donde nació, tampoco había nadie que se llamase así.
Sólo una persona coincidía con sus apellidos, pero con otro nombre, tenía un hermano, pensé que podría ser él.
Después de dos o tres llamadas logré hablar con él, efectivamente era su hermano.
Le conté que éramos unos compañeros de trabajo que hacía años que no nos veíamos y queríamos localizarle.
Fue muy amable, me contó que había estado trabajando en el extranjero mucho tiempo, en Europa y en América. Volvió de América a Galicia porque se sentía mal.
Y aquí me llevé el mazazo, me dijo que había muerto hacía bastante tiempo. Murió con 49 años. Seguí hablando un rato, le dije que lo sentía y colgué.

Aunque muchas personas de mi entorno no lo entendieron, a mí me produjo una enorme tristeza, de acuerdo que hacía mucho que no sabía nada de él, pero lloré de pena, de rabia, de impotencia...

Ya no había vuelta atrás, ya no tenía remedio, jamás volvería a verlo.
Me hubiese gustado volver a verlo y estoy casi segura de que, al tomar yo la iniciativa, a él tambíen .

Para mí vivió hasta el día en que me enteré de su muerte, el 19 de octubre de 2007. Muchas veces pensé, o soñé, en un encuentro casual, hasta un día antes de esta fecha.

Hay muchos detalles que he omitido para no facilitar su identificación, algunos, sobre todo uno, podría, en cierto modo, disculpar su actitud.

Nunca más hablaré aquí de él.