Otoño

Otoño
El Retiro (Madrid)

miércoles, 25 de junio de 2008

SENTIMIENTOS


Hay penas y penas
Hay alegrías y alegrías
Hay problemas y problemas
Lo que no hay son medidas para calibrar estas sensaciones

Como espectadores no podemos hacernos una idea exacta de los sentimientos de los demás.
Nos permitimos el lujo de dar consejos, si fuera yo haría esto o jamás haría lo otro, o esto no es tan importante, no es para tanto, me parece que exageras.

Nadie debe juzgar a nadie

Los problemas, las penas, las alegrías, están en nuestro interior, las vivimos desde dentro, si fuéramos capaces de salir de nosotros mismos, de desdoblarnos, quizá fuésemos más objetivos, pero no podemos, estamos muy dentro de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, de nuestra alma.

Todos somos diferentes, lo que para mí puede ser insoportable, a ti puede parecerte algo natural o sin importancia.

Yo no puedo medir tu alegría ni tú puedes calibrar mi tristeza

Tengo sentimientos encontrados, y muchas contradicciones.
Me pesan cosas que en realidad son livianas, pero yo las siento como losas.

En este momento me cuesta incluso mantener vivo este blog, me gustaría escribir más, visitar con más frecuencia otros blogs, pero me falta tiempo y ánimo, y esto, aunque pueda parecer absurdo y una tontería para los demás, a mí me hace sentir mal.

domingo, 8 de junio de 2008

EL PIANO

Cuando era una niña, hace mucho, mucho tiempo, solíamos ir, sobre todo en las fiestas Navideñas, a casa de una hermana de mi padre, vivía en esta plaza (en los balcones de arriba que casi no se ven), y que está a espaldas de la Plaza Mayor de Madrid.
Era una casa antigua pero muy agradable, recuerdo sus escaleras de madera desgastadas por el uso.

Plaza Mayor de Madrid
Tenía un piano, mi padre nunca estudió solfeo ni nada de música, pero tenía buen oído y le gustaba tocarlo cada vez que visitábamos a mi tía, recuerdo sobre todo el Vals de las Olas.

Pasó el tiempo y nació mi hijo. Cuando tenía 4 años, los Reyes le echaron un órgano de juguete (musical), hay que especificar, que hay mucho guasón por aquí. Empezó a aficionarse por las teclas, y lo hacía bien.
Al cabo de dos o tres años lo matriculé en el Conservatorio (una tarde, una noche y una mañana, nos costó a mi madre y a mí turnarnos en una cola para poder efectuar la matrícula).
Hizo solfeo y como instrumento eligió el piano. Yo le preguntaba ¿Y no prefieres mejor las castañuelas?, son más baratas y abultan menos. Pero no lo convencí.

Mi padre y mi hijo
Desde hacía tiempo, la mayor distracción de mi padre y mi hijo -que se llevaban a las mil maravillas- era irse los dos por todo Madrid a ver escaparates de tiendas de instrumentos musicales donde hubiese pianos, a ambos les encantaban.

Cuando empezó con las clases en el Conservatorio, la profesora dijo que era conveniente que practicara mucho, así que con mucho esfuerzo y a plazos, le compré este piano.

Nos dijeron que tardarían unos días en recibirlo.
La vida tiene a veces coincidencias fatídicas y tristes, el día 31 de octubre, nos llamaron por la mañana para hacer efectiva la compra, por la tarde murió mi padre.
Al día siguiente de su entierro, nos llevaron a casa el piano.
Mi hijo tenía diez años.

Siempre que veía el piano, o que oía a mi hijo tocarlo, no dejaba de pensar lo feliz que hubiese sido su abuelo viendo a su nieto tocarlo, o tocándolo él. Me pareció una tremenda crueldad del destino.

Mi hijo sólo hizo el primer año de piano, por esas fechas, había muchos problemas internos en el Conservatorio. Le decían que no se presentase al examen, ni en junio ni en septiembre, que no estaba preparado. Al final, aburrida, le matriculé por libre, era más difícil aprobar pero se podía presentar cuando él quisiera. Se examinó y sacó un sobresaliente, creo que no estaría tan mal preparado... Si no lo digo reviento, me sale otra vez la pasión de madre.

El año pasado puse a la venta el piano, me daba pena venderlo pero llevaba años cerrado, lo vieron tres o cuatro personas, aunque al final, afortunadamente, se quedó en "familia". Lo compró una tía de mis sobrinas. Aunque mi hermana está divorciada, mantenemos con su ex-familia política una relación no fluída, pero muy cordial.
Hace unas semanas fuimos a comer a su casa para hacer unas fotos al piano, poder tenerlas de recuerdo y poner una en este post. Me agrada pensar que no lo he perdido del todo.

A pesar de ser una historia triste, el tiempo todo lo suaviza, y para mí, ahora, es un dulce y bello recuerdo.