Son las cinco de la mañana, no puedo dormir, llevo despierta desde las cuatro, así varios días.
Esto de tener una escayola es una pesadez, en mi larga vida jamás me rompí nada, no pensé que fuese tan... (taco al gusto).
Se me inflama la mano, parece que me va a estallar, fui un par de veces a urgencias y me dicen los "trauma" que es normal, -ajo y agua-, que procure dormir con el brazo en alto, apoyado en cojines, ¡cómo si fuera tan fácil!, si me duermo no controlo, el brazo va a su aire, tendré que poner una polea en el techo y colgarlo.
Yo y mis contradicciones, cuando puedo hacer algo no tengo ganas, y cuando no puedo, me apetece hacerlo. Espero que alguna vez se aunen las dos cosas, y ahora que tengo tiempo, tenga también ganas de dedicarle un poco más al blog, ¿esto viene a cuento?
Estoy harta de mí misma, pero no tengo más remedio que soportarme, sí, ya lo sé, también puedo intentar cambiar. Desvarío, es malo dormir poco.
Dentro de unas horas me voy, con mi escayola, a mi refugio de Jerez, espero que mi amigo Juan me "preste" su conexión a Internet, y también espero, porque me gustaría, tener ganas para dedicarme a visitaros.
Ese cuadro lo pinté hace muchos años, como hace tantísimo calor, al menos en Madrid, me pareció oportuno poner algo refrescante.